jueves, 24 de noviembre de 2016

 

ENTREVISTA                                                        24/11/2016

Juliana Cabeza, abogada

"Todos tenemos los mismos derechos"




Por Catalina Cabeza Gallucci








Juliana Cabeza es una abogada de 51 años
que vive en Capital.
Trabaja en la Cámara de Diputados de la Nación, específicamente en asesoramiento legislativo. Además, participa en la coordinación académica de la carrera de interpretación y traducción en comunicación no verbal.
Juliana participa en eventos sobre los derechos de las personas con discapacidad.





C.C.G:- ¿Porque elegiste la carrera de abogacía?
J.C:- Porque me interesa promover los acuerdos, el diálogo, y demostrar que en caso de conflictos, se pueden encontrar puntos de unión para satisfacer a todos.
C.C.G:- ¿Cuál fue el caso mas interesante que atendiste?
J.C:- Los casos mas importantes que atendí fueron dentro del ámbito de derechos de familia, específicamente divorcios de parejas con hijos, ya que se concretaron acuerdos en que cada miembro de la pareja pudo seguir adelante con su historia sin resentimientos, y los hijos pudieron estar acompañados por su madre o su padre a través de acuerdos que reflejaban el diálogo, para que no haya problemas en la familia.
C.C.G:- ¿Dónde trabajas en este momento y cuál es tu rol?
J.C:- En este momento estoy trabajando en la Cámara de Diputados de la Nación, y mi rol es: asesoramiento legislativo, que consiste en redactar proyectos de ley y analizar los de otros autores.
C.C.G:- ¿Como te sentís al saber que por medio de tu trabajo legislativo la ley de cobertura para la celiaquía está vigente?
J.C:- Yo siento que eso demuestra que el trabajo legislativo mejora la calidad de vida de las personas en el día a día. Considero que es muy importante demostrar que la democracia y el Poder Legislativo hacen un trabajo que sigue todo el tema del derecho y de las obligaciones de los ciudadanos, de manera que pueda haber mejora en la calidad de vida.
C.C.G:- ¿Cuáles son tus metas para el futuro?
J.C:- Espero que el trabajo legislativo que estoy haciendo con los Derechos Humanos de las personas con discapacidad sea ley, y me gustaría representar a la Argentina en el comité de seguimiento de la Convención Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad.
C.C.G:- ¿A qué se debe tu interés por los derechos humanos de las personas con discapacidad?
J.C:- Se debe a la experiencia personal de haber perdido la audición. Al principio yo negaba esta discapacidad, pero luego, a partir de mi incorporación al trabajo legislativo, asumí mi perdida de audición y ahí empece a trabajar para que los derechos humanos de estas personas sean realidad, y no una declaración. Por eso mi trabajo esta bastante concentrado en ese sector; de personas con vulnerabilidad, porque su discapacidad les impide el acceso fácil al empleo y a la educación. Con respecto a la educación, yo tuve suerte, porque pude hacerla sin grandes dificultades, pero en el caso del empleo, me ha resultado muy difícil, hasta que logre incorporarme a la Cámara de Diputados de la Nación.
C.C.G:- ¿Con este interés que tenés por las personas con discapacidad, hacés alguna otra actividad?
J.C:- SI, hago una actividad de coordinación académica de la carrera de interpretación y traducción en comunicación no verbal en la Universidad Nacional de Lanús. Se trata de una carrera que está orientada a la interpretación comunicativa entre el entorno: verbal y no verbal de las personas sordas y de las personas con autismo en su acceso a la justicia. Es decir que preparamos profesionales que puedan asistir a esas personas en la justicia, para comprender qué es lo que sucede. Además, participo en eventos sobre los derechos de las personas con discapacidad, hablo en jornadas y en congresos para exponer qué es lo que se necesita a través de nuevas leyes.
C.C.G:- Me pareció una entrevista muy interesante, que te hace reflexionar sobre los derechos de los Seres Humanos. Y que todos tenemos los mismos derechos.




jueves, 14 de abril de 2016

El secreto oculto del Príncipe 
   Hace mucho tiempo en una tierra muy lejana existió un apuesto Príncipe llamado Noah, dispuesto a recorrer todas las casas del pueblo, en busca de una esposa, que tuviera la inteligencia suficiente para gobernar a su lado, aunque no fue tan fácil ya que según el, ninguna era de "su tipo". Después de varios días de búsqueda, la impaciencia atacó al Príncipe e hizo que se rindiera, pero antes el quería tocar a una última puerta, que le llamaba la atención. En la casa se encontraba Cenicienta, la doncella más bella del reino. El Príncipe la miro a los ojos y pensó: "esta es la indicada, no hay más por recorrer, le pediré que se case conmigo"; dicho y hecho, el joven pronto se convertiría en un gran rey y Cenicienta en una reina. 
   El gran día llegó, la Princesa ya estaba poniéndose su gran vestido en la sala principal y Noah su traje, en la habitación. La tradición de aquel entonces era que los novios no podían verse antes de la ceremonia, porque decían que daba mala suerte, pero Cenicienta ansiosa de ver a su apuesto marido, espió por la cerradura del cuarto con el  fin de ver como le quedaba ese bello traje que ella le había elegido.
  La Princesa dio un grito interior, no podía creer lo que estaba viendo, debajo de esa piel humana Noah tenía su cuerpo conformado por cientos de hormigas color negras.      El Príncipe volteo y vio que Cenicienta lo había descubierto, la  joven entendió que no podía casarse con aquel ser extraño, así que se sacó el vestido de novia y corrió lo mas rápido que pudo hacia el bosque, aunque no fue suficiente. El Príncipe ya había enviado a todos los guardias del castillo a buscarla, para matarla porque ya sabía su secreto.
- Princesa, no corra, el príncipe mando a matarla, pero no es lo que haremos estará a salvo- dijo Pedro, uno de los guardias más ancianos.
- Déjenme en paz. Como se que no me querrán matar luego?
- Confíe, es palabra leal.
La doncella cedió, y dejo que los guardias la lleven a un lugar seguro, siempre y cuando no sea al castillo. Llegaron a una especie de cueva, oscura, pero acogedora. Allí se quedó Cenicienta el resto de la noche, los guardias se habían ido y ella amaneció sola, en aquel lugar extraño. No había ni un ser vivo, todo parecía estar muerto, era casi como un desierto. 
  La princesa recorrió el lugar en busca de alimentos y algo para beber, pero no dio resultado, lo único que había era hierbas muertas y un pequeño charco de agua, que había dejado la lluvia. 
  Cenicienta agarro su mochila, y empezó a caminar en busca de humanos, un par de horas después encontró una ciudad llena de robots, era como el "futuro".
  Los autos flotaban, los arboles eran de metal, y las personas eran de chapa hueca, así se definía la ciudad de "Robotlandia". La joven no lo podía creer, era como estar soñando. Todos los robots la miraban fijo, ya que era la única persona de ahí que estaba compuesta de carne humana y no era normal que alguien así visitara la ciudad, y si lo hacían por lo general los esclavizaban.
 Llego el presidente de "Robotlandia", porque las noticias de que una joven humana estaba en la ciudad se expandieron muy rápidamente. 
  Cenicienta le explico a el robot principal porque era que estaba allí, y porque se escondía del Príncipe, pero no fue muy conmovedor para el presidente, ya que su deber era esclavizarla, y así fue, a la pobre doncella la metieron en un calabozo, para que produzca electricidad, que era lo que mantenía funcionando a la ciudad.  
 Después de estar encerrada cinco años, a Cenicienta se le ocurrió un plan brillante para escapar. Este consistía en que ella dejara de producir electricidad, así todo dejaría de funcionar y los robots se apagarían, entonces ella podría robar las llaves del guardia, y así escapar.
  El plan funciono a la perfección, la Princesa estaba libre, pero de eso no iba a estar segura hasta salir de la ciudad. Después de dos días recorriendo las calles sin salida, Cenicienta encontró la forma de treparse a un paredón y escapar.    Luego corrió hasta lo más profundo del bosque, donde se resbalo y la atrapo, Felipe, el joven más bello de la tierra. Los dos quedaron completamente enamorados. y después de que la Princesa comprobara de que era un humano de verdad, ella y Felipe se casaron y tuvieron una bella niña a la que llamaron: Luna.
FIN